8 jul 2015

04/07/2015 Tarragona. Cartuja de Escaladei 7: Un mundo de paz, silencio y privilegios. Las celdas de los Padres

Los padres pasaban la mayoría de su tiempo en las celdas, espacios privados donde vivían aislados, en un ambiente cómodo, silencioso y personal. Noventa metros cuadrados, con baño y jardín privado, para una sola persona, era todo un lujo para aquellas épocas e incluso lo sería ahora.

La planta baja estaba distribuida en distintos espacios, dedicados cada uno a una función específica. La planta alta se utilizaba como desván.

Démosle un vistazo:

1 RECIBIDOR: Vestíbulo que comunica con el gran claustro, con una pequeña alacena para el candil y un estante donde el padre dejaba notas cuando necesitaba algo.



2 SALA DEL AVE MARIA: Espacio central de la celda desde el que se accede a todos los demás. Con un reclinatorio y una imagen de la Virgen.


3 CUBICULUM: Espacio donde el padre comía y dormía. Disponía de una gran chimenea con huecos para conservar caliente la comida, que le era entregada a través de un torno. La entrada de luz era una ventana abierta al jardín. No faltaban ni el cilicio ni una pequeña capillita con una calavera y un reloj de arena que le recordaban la rapidez del paso del tiempo y la futilidad de aferrarse a las cosas mundanas.










4 ORATORIO-ESRUDIO:  Lugar de trabajo y oración donde el padre pasaba gran parte de su tiempo. El mobiliario consistia en un escritorio con silla de brazos, un oratorio con la imagen de Cristo crucificado, y una pequeña estantería donde se colocaban los dos libros que cada padre tenía permitido tener en su celda.

 


5 ALMACEN Y LAVABO:  A través de un pequeño cuarto para los útiles de limpieza, se accedía al lavabo que incluía una pila de agua y una letrina que se mantenía límpia a través de un flujo contínuo de agua, canalizada desde las laderas del Montsant, para ésta y otras funciones.


 

6 EL JARDIN PORTICADO: Cada celda disponía de un jardín privado en el que estaban plantadas flores (rosas, lírios y azucenas que se asociaban a la pureza), y un arbol frutal que era distinto en cada celda, con lo que la comunidad se aseguraba fruta fresca de temporada.

Desde el jardín se accedía a la leñera, al taller, al huerto y al mirador. Disponía de una alberca para las becesidades del padre y desde allí se podían ver las ventanas del desván. 








Como veis no estaba nada mal, en especial si se compara con las condiciones de vida de los súbditos gracias a los cuales, unos cuantos privilegiados podían dedicarse a la contemplación divina...

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