17 may 2016

22/04/2016 Farolas de Gaudí (Plaça Reial, Pla de Palau y las desaparecidas de Vic)

"Farolas para la Plaza Real y Pla de Palau

1879

Mientras Gaudí estudiaba, colaboró como delineante con Josep Fontserè i Mestre en la reja de entrada del Parc de la Ciutadella y al finalizar, el Ayuntamiento de Barcelona le encargó el diseño del alumbrado público de dos plazas de la ciudad: la Plaza Real y Pla del Palau.

Un joven Gaudí recién licenciado como arquitecto realizó dos diseños diferentes, uno de farolas de seis brazos y otro de tres, ambas con lámparas de gas con base de piedra de las que se erige una columna de hierro forjado y bronce.

Las dos de la Plaza Real tienen seis brazos y se caracterizan por el colorido que presentan desde la base de piedra, donde Gaudí fijó un gran medallón de hierro con motivos florales. De él surge la columna de hierro fundido en cuya parte baja tiene una sutil ornamentación vegetal de hojas de hiedra. En la mitad de la columna ubicó un escudo de Barcelona y más arriba pequeñas ornamentaciones florales de color rojo justo debajo de los seis brazos que sostienen los faroles de cristal. La parte más original es, sin duda, el remate, con un caduceo con las dos serpientes y un casco alado, símbolos que aluden a Mercurio, el dios romano del comercio, actividad con la que Barcelona se identificaba en aquel momento, una ciudad muy comercial gracias al puerto situado cerca de la Plaza.

La sencillez planteada en estas farolas por Gaudí se atestigua en el proyecto presentado por él mismo al Ayuntamiento donde justifica además la elección de todos los materiales previstos en su realización:
“Hacer un candelabro de noble sencillez sin raquitismo, dando a cada parte la importancia que requiere y sujetándolo a cumplir estrictamente las necesidades con cuyo objeto ha sido creado: se ha seguido con un deber de formalidad la mayor franqueza en el uso de los materiales, dejándoles completamente vista su estructura y disposición, no pudiendo admitir, en absoluto, que una capa de color intentara la ilusión de materiales y objetos que no existen y que la intemperie se encarga continuamente de hacer desaparecer, mostrando el verdadero material a semejanza de la desnudez del mendigo vista entre harapos”.

A pesar de ser uno de los primeros proyectos de Gaudí, ya destaca su seguridad constructiva a juzgar por la mención que hace Gaudí a los pagos en el propio proyecto ejecutivo. Gaudí no propuso un sistema de pago de la obra a precio fijo o alzado, como se hacía en la época, sino al precio que saliera después de su colocación. De esta manera Gaudí estaba convencido que se gastaría menos de lo presupuestado: tres mil seiscientas cinco pesetas, imprevistos incluidos. 

Ver también su proyecto no realizado de farolas moniumentales para el Paseo Colón




Una década después de realizar las farolas de Plaza Real, en 1890 se encargó de las de Pla de Palau en la misma ciudad, ubicadas delante de la Delegación del Gobierno. El planteamiento es igual que las de la Plaza Real, salvo que constan únicamente de tres brazos y de menor ornamentación. El coronamiento tiene forma de corona invertida, apoyada en tres dragones, con las cabezas que sobresalen".

Ver: https://www.casabatllo.es/antoni-gaudi/farolas-para-la-plaza-real-y-pla-de-palau/







 







"Farolas de la Plaza del Ayuntamiento de Vic (1910-1924)
Fueron construidas en 1910 con elementos de basalto verticales sobrantes de las obras de la Cripta Güell, agrupados y apoyados en uno central más alto, del que penden unos brazos de hierro forjado, dejando traspasar la  luz entre sus filigranas. Fueron ideadas por Gaudí cuando pasaba unos días en casa de sus amigos los Rocafiguera, debido a una depresión nerviosa. Una de esas tardes, preguntó a sus amigos: “¿Cómo se llama esa planta?”, señalando un largo tallo con hojas lanceoladas y campanillas rojizas, que reciben el nombre de “pendientes de la reina”. Nada hay de raro en esa estrambótica (para algunos) creación, que además obstaculizaba el tránsito de los vehículos que comenzaban a circular por la ciudad, y producía un estruendoso sonido cuando el viento agitaba sus colgantes. Encima se había hecho habitual que la gente hiciera sus necesidades entre las grietas de sus piedras. Gaudí, como tantas otras veces, había atrapado las secretas herencias de la Naturaleza, trasladando a hierro las delicadas flores colgantes del jardín de sus amigos, en la calle Cassadó. Pero la dictadura de Primo de Rivera no veía con buenos ojos la obra de un catalán, promovida por otro catalán (el obispo Torres i Bages), en homenaje a otro catalán (Jaume Balmes). Esto, unido a las demás quejas antes mencionadas, hizo que finalmente el 12 de agosto de 1924 las farolas fuera derribadas y demolidas, usando los desperdicios para asfaltar carreteras y perdiéndose para siempre una original obra gaudiniana"
 

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